San Augusto Chapdelaine, nacido en el siglo XIX, fue un valiente presbítero de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París. Su misión en la provincia china de Guangxi lo llevó a convertir a muchos neófitos locales al cristianismo.
El 29 de febrero, después de ser detenido por soldados, recibió un brutal castigo de trescientos azotes, fue encerrado en un pequeño agujero y finalmente ejecutado por decapitación. Su sacrificio es un testimonio de su fe inquebrantable y dedicación a la evangelización en tierras hostiles.
San Augusto es recordado no solo por su valentía, sino también por su profundo impacto en la comunidad cristiana en China. Su festividad se celebra el 29 de febrero, un recordatorio de su vida dedicada al servicio de Dios y su misión.