San Pedro Fabro, nacido en el siglo XVI, fue el primer sacerdote jesuita. Conocido por sus esfuerzos incansables en la promoción de la fe católica, su labor abarcó varias regiones de Europa. Murió en Roma mientras se dirigía al Concilio de Trento, un evento fundamental para la Iglesia Católica.
Una Vida de Dedicación
Fabro fue reconocido por su humildad y habilidad en el diálogo espiritual, características que lo convirtieron en un valioso miembro de la Compañía de Jesús.