San Florencio fue un destacado obispo en Vienne, en la región de la Galia Lugdunense, hoy conocida como Francia. Es conocido por su participación activa en el concilio de Valence, que se celebró después del año 377. San Florencio dedicó su vida al servicio de la Iglesia, guiando a su comunidad en tiempos de transformación y consolidación del cristianismo.
La festividad de San Florencio se celebra el 3 de enero, siendo una ocasión para recordar su impacto en la Iglesia de su época. Aunque no se conocen muchos detalles sobre su vida, su legado como líder religioso perdura a lo largo del tiempo.
San Florencio comparte su nombre con otros santos y beatos, como San Florencio de Cahors y Beato Florencio Arnaiz Cejudo, quienes también han dejado huella en la historia del cristianismo.