San Inocencio I, quien sirvió como papa en el siglo V, es recordado por su defensa de la fe cristiana y su apoyo a destacados teólogos de la época. Su pontificado fue marcado por su intervención en las controversias teológicas del momento y su habilidad para mediar en conflictos eclesiásticos.
Defensor de la fe
Inocencio I apoyó a san Juan Crisóstomo, uno de los Padres de la Iglesia, durante su exilio, y también brindó consuelo a san Jerónimo. Su aprobación fue crucial para san Agustín en sus disputas teológicas.
Legado y festividad
San Inocencio I dejó un legado de liderazgo y diplomacia en la Iglesia. Su festividad se celebra el 12 de marzo.
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