San Alejandro de Jerusalén, recordado el 18 de marzo, fue un destacado obispo y mártir del siglo III. Originario de Capadocia, Alejandro se trasladó a Jerusalén donde asumió el cargo pastoral de la Ciudad Santa. Su legado incluye la fundación de una importante biblioteca y una escuela que promovió la educación cristiana. Durante la persecución bajo el emperador Decio, Alejandro fue arrestado y llevado a Cesarea, donde culminó su vida con un valiente martirio.
Su vida es un ejemplo de compromiso cristiano y devoción a la educación, elementos que aún resuenan en la Iglesia actual.