San Anselmo de Mantua, cuya festividad se celebra el 18 de marzo, fue un destacado obispo de Lucca en el siglo XI. Durante la controversia de las investiduras, un conflicto crítico entre la Iglesia y el Estado, Anselmo demostró su inquebrantable lealtad a la Sede de Roma.
Un Aliado Fiel de la Iglesia
Anselmo fue un ferviente defensor del Papa San Gregorio VII, entregándole el anillo y el báculo pastoral que había recibido a regañadientes del emperador Enrique IV, reflejando su compromiso de rechazar la interferencia laica en asuntos eclesiásticos.
Expulsión y Misión
Tras ser expulsado de Lucca por oponerse a los canónigos que rechazaban la vida comunitaria, Anselmo continuó sirviendo a la Iglesia como legado papal en Lombardía, colaborando valientemente con el Papa.