San Galicano, celebrado el 25 de junio, fue un destacado cónsul romano que abrazó la fe cristiana gracias a la influencia de los Santos Juan y Pablo. Su vida dio un giro notable cuando decidió dedicarse al servicio de los pobres y enfermos en Ostia junto a San Hilarino. Este acto de humildad resonó en toda la región, atrayendo a muchos por su ejemplar dedicación.
Conversión y Martirio
Tras su conversión, Galicano fue desterrado de Ostia durante el reinado de Juliano el Apóstata y se estableció en Alejandría. Rechazó con firmeza adorar a los ídolos, lo que le llevó a ser martirizado, alcanzando así la corona del martirio en el año 362.
Legado de Fe
San Galicano es recordado no solo por su martirio, sino también por su vida dedicada al servicio de los necesitados, siendo un ejemplo de transformación espiritual y compromiso con los valores cristianos.