San Gregorio VII, nacido como Hildebrando en Sovana, Italia, es recordado por su firme defensa de la autonomía de la Iglesia frente a los poderes seculares. Su papado, que se extendió desde 1073 hasta 1085, fue marcado por su dedicación a la reforma eclesiástica.
Reformas y Conflictos
Durante su tiempo como papa, Gregorio VII se enfrentó a numerosos desafíos, incluyendo el conflicto con el emperador Enrique IV en la conocida 'Querella de las Investiduras'. Su esfuerzo por mantener la santidad del sacerdocio y la independencia eclesiástica lo llevó al exilio en Salerno, donde falleció el 25 de mayo de 1085.
Legado
San Gregorio VII es celebrado por su valentía y su compromiso con la reforma de la Iglesia, siendo canonizado por su ejemplo de liderazgo y santidad.