El Beato Pedro Diácono vivió en el siglo VII y se destaca por su devoción y servicio a la Iglesia. Fue monje en el monasterio del Celio en Roma y, por encargo del Papa San Gregorio I Magno, administró con gran prudencia el patrimonio de la Iglesia Romana. Su labor y fidelidad fueron recompensadas con su ordenación como diácono, sirviendo así de manera ejemplar al pontífice.
Se le recuerda especialmente el 30 de abril, día en que se celebra su festividad. Su vida es un testimonio de dedicación y compromiso hacia la Iglesia y su comunidad.