San Gilberto de Sempringham fue un destacado sacerdote inglés del siglo XII que fundó una innovadora orden monástica. Con el apoyo del Papa Eugenio III, estableció una comunidad que combinaba la Regla de San Benito para las monjas y la de San Agustín para los clérigos. Esta orden, única en su enfoque, prosperó en la Inglaterra medieval, reflejando la visión espiritual de San Gilberto.
San Gilberto falleció en Sempringham, Reino Unido, donde su legado perdura hasta hoy. Su festividad se celebra cada 4 de febrero, recordando su contribución a la espiritualidad cristiana.