San Simón de Crespy, cuyo día de fiesta se celebra el 30 de septiembre, es conocido por su decisión de abandonar su noble estatus como conde en Francia para abrazar una vida de servicio y espiritualidad. Vivió en el siglo XI y pasó de ser un monje a llevar una vida eremítica en las montañas del Jura.
Fue frecuentemente llamado para mediar en conflictos entre príncipes, destacándose como un símbolo de paz y reconciliación. San Simón finalmente murió en Roma, donde fue enterrado en la basílica de San Pedro.
Legado y Celebración
Su legado perdura como un ejemplo de renuncia y dedicación a la paz. Los fieles conmemoran su vida el 30 de septiembre.