San Arconte, un destacado obispo de Viviers, cerca del río Ródano en lo que hoy es Francia, vivió durante el siglo VIII. Su liderazgo espiritual y dedicación a la comunidad cristiana lo convirtieron en una figura venerada. La Iglesia celebra su festividad el 10 de enero, recordando su contribución al fortalecimiento de la fe en una época de cambios.
El legado de San Arconte sigue vivo, inspirando a muchos fieles en la actualidad. Su vida es un ejemplo de devoción y servicio a la Iglesia.