El Beato Juan Miguel Langevin es recordado como un mártir que sacrificó su vida en defensa de su fe durante la Revolución Francesa. Nacido en el siglo XVIII, Langevin fue degollado en Angers, Francia, el 30 de octubre, marcando el inicio de una larga lista de mártires que permanecieron fieles a su creencia cristiana.
Durante su vida, Langevin mostró un compromiso inquebrantable con su sacerdocio, lo que le llevó a afrontar el martirio con valentía. Su legado perdura como símbolo de constancia y devoción.