El Beato Simón Bokusai Kiota y sus compañeros son recordados por su valiente testimonio de fe en el Japón del siglo XVII. Este grupo de mártires, que incluía a Simón, su esposa Magdalena, Tomás Gengoro, su esposa María, y su joven hijo Jacobo, fueron crucificados cabeza abajo en Kokura por orden del prefecto Yetsundo. Su sacrificio es un testimonio perdurable de su devoción a Cristo, celebrado cada 16 de agosto.
La historia de estos mártires destaca la feroz persecución sufrida por los cristianos en Japón durante este periodo, donde ser seguidor de Cristo a menudo significaba enfrentar la muerte.